miércoles, 24 de octubre de 2007

El tránsfuga de la contemporaneidad

La ambivalencia de las personas a veces se da por: miedo, temor, conveniencia económica o algún interés que mueve al individuo a manejarse de éste modo para obtener algún beneficio. En momentos se juegan hasta la vida para conseguir lo que buscan.

Cuando el individuo se juega la vida en un momento determinado de su existencia, siempre buscará salir lo mejor parado de la encrucijada en la que se encuentre, para evitar el infortunio del que quizás no pueda salir jamás.

Eso está pasando en la actualidad y hace mucho tiempo en el siglo XVIII, nace un individuo que se la supo jugar bastante bien, ese individuo se llama Joseph Fouché o José Fouché. El padre del transfuguismo, en la actualidad se convierte en moda y para hablar de los tránsfugas hay que hablar del padre del movimiento, ya que con éste genio del cambio inesperado; nació con él un estilo, el trasnfuguismo.

Stefan Zweig, nos hace una pequeña biografía de éste muchacho en ‘’El Genio Tenebroso’’, como la que se observa a continuación:

Llega un día en el proceso mundial de la revolución, un día que no admite vacilaciones, un día en el que cada cual tiene que dar su voto terminante, concreto, con «sí» o «no»: el 16 de enero de 1793. La manecilla del reloj de la revolución señala mediodía. La mitad del camino esta andado. Palmo a palmo se ha arrancado el Poder a la Monarquía. Pero aún vive el Rey, Luis XVI, aunque prisionero en el Temple. Ni ha sido posible dejarle huir, como esperaban los moderados, ni se ha conseguido que encontrase la muerte en aquel asalto al palacio realizado por la furia del pueblo, como secretamente deseaban los radicales. Le han humillado, le han quitado libertad, nombre y categoría; pero aún por su solo aliento, por su sangre heredada, es Rey, es el nieto de Luis XIV, y aunque ahora sólo se le llame desdeñosamente Luis Capeto, sigue siendo un peligro para la joven República.

Por eso formula la Convención la pregunta de vida o muerte. los indecisos, los cobardes, los cautos, las personas del carácter de José Fouché, poder escapar por votación secreta de emitir su juicio definitivo. Robespierre exige terminantemente que cada representante de la nación francesa pronuncie su «sí» o «no», su Vida o Muerte, en medio de la Asamblea, para que sepa el pueblo y la posteridad el lugar que a cada uno corresponde: a la derecha o a la izquierda, en la bajamar o en la pleamar de la revolución.
Ya el 15 de enero, Fouché ha definido claramente su propósito. Pertenece a los girondinos, y el deseo de sus electores, netamente moderados, le obliga a pedir clemencia para el Rey. Pregunta a sus amigos, sobre todo a Condorcet, y ve que están todos dispuestos a evitar una medida tan irrevocable como la ejecución del Rey. Y como la mayoría esta en contra de la
sentencia, se pone Fouché, naturalmente, de su parte; la noche anterior, la del 15 de enero, lee a un amigo el discurso que piensa pronunciar para justificar su deseo de clemencia. Sentarse en los bancos de los moderados le obliga a ser así.


La palabra resuena como un diapasón por la sala. El primero de los girondinos ha fallado. De los demás permanecen firmes la mayor parte: trescientos entre setecientos votos se inclinan al perdón, a pesar de que saben que una actitud de moderación política requiere en esta ocasión mil veces más audacia que una firmeza aparente. La balanza oscila mucho: un par de votos pueden decidir. Por fin es llamado el diputado de Nantes, José Fouché, el mismo que aseguro ayer aún a los amigos que defendería con palabras inflamadas la vida del Rey, el que hace diez horas se manifestaba como el más decidido entre los decididos. Pero mientras tanto ha contado los votos el antiguo profesor de Matemáticas, y, buen calculador, Fouché ha visto que con ello daría un paso en falso, ligándose al único partido al que nunca habría de pertenecer: al partido de la minoría. Ya no duda. Con sus pasos sigilosos sube ligeramente a la tribuna, y de sus labios pálidos se escapan, tenues, estas dos palabras: La mort o la muerte

El Presidente de la República designa a quien le parezca en el gobierno, pero con las designaciones le ha dado la oportunidad a los tránsfugas, para que ejecuten su estilo de vida.
En éste caso, tenemos lo que pasó con los del partido del PRD y los del PRSC que obtuvieron designaciones por el Presidente y ha sido de críticas para los adversarios.

¡Por el dinero los descendientes asesinan a sus ascendientes, se hacen robo, atracos, infanticidios, fratricidios, asesinatos, secuestro; etc., etc,¿Qué no harán aquellos que le ofrecen las facilidades para conseguirlo a través de la burocracia?

José Fouché fue uno de los hombres más poderosos de su época y uno de los más extraordinarios de todos los tiempos. Sin embargo, ni gozó de simpatías entre sus contemporáneos ni se le ha hecho justicia en la posteridad.A Napoleón en Santa Elena, a Robespierre entre los jacobinos, a Carnot, Barras y Talleyrand en sus respectivas Memorias y a todos los historiadores franceses –realistas, republicanos o bonapartistas-, la pluma les rezuma hiel cuando escriben su nombre. Traidor de nacimiento, miserable, intrigante, de naturaleza escurridiza de reptil, tránsfuga profesional, alma baja de esbirro, abyecto, amoral... No se le escatiman las injurias. Y ni Lamartime, ni Michelet, ni Luis Blanc intentan seriamente estudiar su carácter, o, por mejor decir, su admirable y persistente falta de carácter. Por primera vez aparece su figura, con sus verdaderas proporciones, en la biografía monumental de Luis Madelins, al que este estudio, lo mismo que todos los anteriores, tiene que agradecerle la mayor parte de su información. Por lo demás, la Historia arrinconó silenciosamente en la última fila de las comparsas sin importancia a un hombre que, en un momento en que se transformaba el mundo, dirigió todos los partidos y fue el único en sobrevivirles, y que en la lucha psicológica venció a un Napoleón y a un Robespierre. De vez en cuando ronda aún su figura por algún drama u opereta napoleónicos; pero entonces, casi siempre reducido al papel gastado y esquemático de un astuto ministro de la Policía, de un precursor de Sherlock Holmes. La crítica superficial confunde siempre un papel del foro con un papel secundario.

Hay muchos José Fouché que entregan hasta sus almas al (rey de lo terrenal) para obtener un beneficio; y es el caso de muchos, para no decir todos, que entregan por dinero sus vidas si es necesario. Como es el caso de los que en el mundo de nadie, no saben que de forma inconsciente, están entregando sus vidas, ¡caramba, hasta donde llegaremos de este modo!

José Fouché tanto perteneció a los girondinos como a los jacobinos, los dos principales partidos políticos de Francia, para la Revolución Francesa y estuvo en cada uno y cuando uno le era adverso se pasaba al otro con el sólo fin de nunca perder, ¿conoce usted un Fouché?, ¿Es usted un Fouché?

Algunos tránsfugas:

Entre los dirigentes reformista designados está Víctor Hugo Hernández (Tito), nombrado como asesor Avícola del Poder Ejecutivo con rango de secretario de Estado y del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) Reynaldo Martínez Duarte quien fue ubicado como subsecretario de Agricultura; este ultimo perteneciente a la corriente que liderea Milagros Ortiz Bosch. No quiero seguir con la lista, pues con estos basta y ustedes conocen los demás tránsfugas.

Hasta la proxima…