sábado, 26 de julio de 2008

La Revolución Francesa


El feudalismo había llegado a su fin de forma silente y seguro, ya nada podía impedir que naciera otro sistema económico, social y político en la Francia de la época. El acicate estaba bien puesto y decidido en cada uno de los propulsores para hacer un nuevo cambio, un cambio que marcó la historia hasta nuestros días y que sucedió un 14 de julio de 1789. Una revolución, la Revolución Francesa. Cumple 219 años aquel sublime y tan necesario movimiento histórico. Muere el feudalismo y nace el infausto capitalismo.

La Francia de aquellos tiempos estaba dividida en tres estamentos o clases sociales como lo son: 1ro) el clero que tenía a su cargo las enseñanzas, los actos de registro civil y ‘’beneficencia’’ para los necesitados. A través del llamado regalismo, el rey proponía al Papa los candidatos a obispos, canónigos, y, los hacía siempre a favor de los aristócratas con las famosas ─simonías─. La meretriz del Apocalipsis 17, que a fornicado con los reyes de la tierra y se ha embriagado con la sangre de los mártires, ya tenía una ingente opulencia a través de los impuestos que cobraba. 2do). En medio del boato, esplendor y la magnificencia, vivía la nobleza, los de labios rosados y delicada piel. 3ro) El tercer estado, estaba integrado por unos 23 millones de franceses, a diferencia de trescientos mil de los dos primeros estamentos o clases sociales. Eran los descamisados y pies descalzos como diría la extinta Eva Perón, quienes debían pagar a los dos estamentos que preceden; un 80% de lo que conseguían. Esto debía cambiar, pues, no se equivocaba el ginebrino cuando escribió ‘’Los orígenes y fundamentos sobre la desigualdad entre los hombres’’, Jean Jacques Rousseau.

La revolución se hizo tangible cuando los famosos philosophes o filósofos, empezaron a hacer la revolución a través de la pluma, como es el caso de los ingleses John Locke, con su ‘’Tratado del gobierno civil’’, donde expone los derechos del hombre. Asimismo, la publicación de Adam Smith con su obra ‘’La naturaleza y las causas de las riquezas de las naciones’’, donde desarrolla la tesis de que las riquezas están cimentadas en el trabajo y no en el oro y la tierra como se sostenía a la sazón.

Personajes como el adalid Chales Louis de Secondat o barón de Montesquieu, que con sus aforísticas concepciones, dejaba dilucidar las costumbre del antiguo régimen, y, no podía hacerse mejor tales señalamientos que a través de su magnifica sátira las ‘’Cartas persas’’. Empero, su más importante legado a la Humanidad, fue su obra [El espíritu de las leyes], donde hace la división de los tres poderes del Estado.

Otro de los grandes impulsores para que tal empresa fuese llevada a cabo, es la del filósofo por antonomasia Francisco María Arouet o mejor conocido como Voltaire, quien en una ocasión dijo: ‘’hagamos a Dios a imagen y semejanza’’. [Ateo enfermo] Quien escribió sobre la intolerancia religiosa. Lamentablemente aún las religiones son un mercado muy lucrativo para muchos.

El padre de la constitucionalidad, el egregio Jean Jacques Rousseau, es otro de los más destacados impulsores para que aquella revolución se llevara a cabo a través de sus ideales con obra pedagógica como ‘’El Emilio’’ o de la educación. Sin embargo, su magna obra literaria es ‘’El Contrato Social’’. Otro de los impulsores fue Dionisio Diderot, el autor de la Enciclopedia, trabajo que le costó 21 años de labor y que fue realizada en unos 28 volúmenes. Para la creación colaboraron los cerebros más brillantes de la época.

Luís XVI era el monarca de Francia en ese momento histórico, pero era una persona de un carácter bondadoso y débil, al que María Antonieta, la reina, manejaba a su antojo en cada momento. Luís XVI trataba de buscar personas de virtudes y capacidades para manejar la situación financiera del momento, Roberto Turgot, uno de los ministros, trató de buscar una solución al problema económico del momento, pero las presiones del Parlamento y las de María Antonieta, le hicieron abdicar del cargo. El sucesor de Turgot fue Nécker, quien fue despedido del cargo por los caprichos de María y el Parlamento.

Ante tanta turbulencia se convocó los Estados Generales que tenían [150] años que no se reunían. A través del decreto de convocatoria, se estableció que el clero tendría 300 votos, la nobleza 300 y el tercer estado 600. Los miembros de éste último grupo eran sólo de burgueses y no habían representantes de campesinos ni de obreros. El 5 de mayo de [1789], Luís XVI pronunció su discurso inaugural de la asamblea; los Estado Generales, según él, debían limitarse a las cuestiones económicas sin tocar lo político. Con esta medida draconiana del discurso de Luís, el tercer estado se quedó como aquel que se viste para una fiesta y luego le dicen: usted no va. La medida de Luís XVI alimentaba lo que luego se hizo realidad aquel 14 de julio de 1789, con la toma de la Bastilla. Dicen el biógrafo José María López Ruiz, que en la Bastilla el concupiscente Marqués de Sade, escribió casi todos sus libros y que estuvo allí unos días antes de la toma de dicho presidio.

El 27 de julio de [1789], se aprobó lo que luego serviría de preámbulo a la futura Constitución; pues, se trataba de ‘’la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano’’. En unos 17 artículos se escribió: Que todos los hombres nacen libres e iguales en derechos; que la propiedad, la libertad, la seguridad y la resistencia a la opresión son derechos inalienables y naturales; que la soberanía reside en la nación; que nadie esta obligado a hacer lo que la ley no ordena, ni puede ser privado de lo que la ley no prohíbe; [que los impuestos deben ser distribuido en proporción a las riquezas] y que debe existir libertad de opinión, de religión y de prensa.

Nuestros legisladores haciendo acopio, plasmaron en los artículos 2 y 8 de nuestra Constitución estos preceptos, a excepción de lo que está dentro del corchete.

Girondinos, jacobinos y cordeleros llevaron con gran determinismo la revolución hasta el final de la misma en 1799. Los primeros llamados así, porque los más destacados del partido como [Vergniaud, Brisost y Suadet], eran diputados de la Gironda. Los segundos, llamados así, porque se reunían en un antiguo convento con la orden de ese nombre. El de los cordeleros, también se reunían en un convento con la orden de ese nombre.

Maria Roland, cuya casa era en ocasiones la de reuniones de los girondinos más destacados, pronunció ante el cadalso la frase histórica: ‘’Libertad, libertad, ¡cuántos crímenes se comente en tu nombre!’’ Asimismo, el famoso químico Lavoisier, pidió que se le postergara por una semana más la sentencia de muerte para terminar unos experimentos, empero, se le respondió con la siguiente respuesta: ‘’la república no necesita sabios’’.