miércoles, 27 de febrero de 2008

Matías Ramón Mella y la Independencia Nacional


Se dice de Matías Ramón Mella Castillo, que tenía la habilidad del de los ‘’pies veloces’’ con su espada y sable, es decir, la habilidad de Aquiles. Personaje del que habla Homero en su famosa epopeya la Ilíada, donde con gran parsimonia, el maestro narra la guerra de Troya. El mes de febrero es de gran valor para la dominicanidad, pues, dos efemérides de ingente valor se celebran en dicho mes: el natalicio del citado patricio y la emancipación de nuestra República Dominicana.

Muchas veces el infortunio de uno, es la buenaventuraza de otro, pues, el fracaso de Juan Nepomuceno Ravelo, cuando éste tuvo una encomienda de Duarte en sus manos para dirimir con los dirigentes haitianos, al no conseguir nada el señor Ravelo, este hecho le permitió la entrada a Matías Ramón Mella en dicho círculo. Duarte veía en Mella lo que no tenía Ravelo.

En el proceso independentista, Matías Ramón Mella, tuvo una gran participación muy activa, pues, al no estar Duarte presente en la gesta patriótica, tanto Francisco Del Rosario Sánchez, como Matías Mella, realizaron el acta de independencia, la que luego estuvo en manos de Tomas Bobadilla, para que la revisara.

Antes de llegar al famoso trabucazo realizado por el patricio, es necesario destacar la participación que hizo José Núñez de Cáceres, cuando aquel 1ro. De diciembre de [1821] consiguió la independencia, pero fue tan corta que la historia la registra con el nombre de ‘’independencia efímera’’, ya que para el 9 de febrero de [1822] volvíamos bajo las riendas del enemigo. Este hecho es el que enmarca la continuidad para seguir buscando nuestra libertad.

Han transcurrido ciento sesenta y cuatro años de aquella magnifica obra de patriotismo, abnegación y entrega; en la que tres valiosos prohombres, nos legaron un país ‘’libre e independiente’’. Con sociedades secretas como: la Trinitaria, la Filantrópica, y la Dramática; lograron tan merecido sacrificio.

‘’Llegada la solemne hora: un grupo de patriotas aguardaba a los morosos en el apartado y solitario extremo de la ciudad, denominado La Misericordia, al pie del Fuerte San Gil…Unos de los files llega al fin, conmovido y jadeante: Creo que todo esta descubierto dice una patrulla me ha perseguido, y he hecho un largo rodeo para llegar hasta aquí. Estas palabras difunden el recelo en los pocos oyentes; ya algunos llenos de espanto hablan de retirarse a sus casas y desistir del proyecto glorioso: No, contesta con firmeza una voz robusta y varonil turbando sin precaución alguna el silencio de la noche. Ya no es dado retroceder cobardes como valientes, todos hemos de ir hasta el fin ¡Viva la República Dominicana! Dice, y una fragorosa detonación de su pedregal acentúa estrepitosamente el heroico grito nadie vacila ya: todos hacen abnegación de sus vidas y corren hacia la ‘’Clásica Puerta del Conde. El disparo audaz hecho por intrépido Matías Ramón Mella, anunciaba al mundo el nacimiento de la República Dominicana’’.
Manuel de Jesús Galván. Febrero de 1883.

Matías Ramón Mella, participo en la famosa Batalla de las Carreras, donde se destacó como todo un estratega militar. Asimismo, participó en la guerra de la Restauración don de se convirtió en doble prócer.

Mientras daba sus servicios a la patria, fue atacado por disentería y el 4 de junio de 1864 murió en una profunda pobreza, y aislado en Santiago de los Caballeros.
Su único deseo antes de morir era que se le cubriera con la Bandera Nacional, y así se hizo.

lunes, 25 de febrero de 2008

Semblanza al apóstol José de San Martín


Argentina, ha sido madre de grandes personajes que han descollado a través de sus magnánimos actos, y, han legado a la humanidad sus eximios aportes; para a posteriori, ser recordados con vehemencia y excelsitud por todos los pueblos y ciudadanos del orbe. Nos ha dado literatos como José Hernández, con su Martín Fierro, donde nos narra las semblanzas de los gauchos en la Pampa. También, tuvo revolucionario como Ernesto Che Guevara. Cantante como el casi extinto Leonardo Favio. Pero el más grande de sus hijos… Es el insigne, apóstol y emancipador José de San Martín.

Cronológicamente cuando desaparecía físicamente uno de los más grandes de la ilustración francesa, Jean Jacques Rousseau, en [1778] el año que éste dejaba el mundo de los mortales; como el indómito Iguazú, se levantaba un grande entre los grandes, José San Martín, nació en el poblado de Yapeyú, aquel 25 de febrero del citado año.

Con espada en manos y encima de su corcel, logró en la batalla de San Lorenzo, la emancipación de Argentina; con la batalla de Chacabuco y Maipú, la independencia de Chile y sin lanzar un sólo tiro, consiguió la independencia del Perú el 28 de julio de [1821], cronológica al año de nuestra independencia efímera de José Núñez de Cáceres.

Después de la emancipación de estos pueblos, escribió un manifiesto al pueblo peruano, donde demuestra su grandeza, en el que expresaba que después de alcanzada la independencia de de Chile y el Perú, se consideraba recompensado de diez años de guerras y penalidades, y no deseaba ejercer cargos públicos, declarando: ‘’Mis promesas para con los pueblos en que he hecho las guerras, están cumplidas: hacer sus independencias y dejar a su voluntad la elección de sus gobiernos’’.

José de San Martín se dio un auto ostracismo hacia Europa, consigo se llevó a su única hija Mercedes, y mientras estuvo allí, lamentablemente no pudo ver el in extremis o el último crepúsculo de la desaparición física de su madre y su esposa, empero, en un viaje que realizó en [1824] a Argentina, quiso que se hiciera el siguiente epitafio sobre la tumba de su amada, que dice: ‘’Aquí yace Remedio Escalada, esposa y amiga del general San Martín’’.

Argentina, Chile y el Perú, realizarán la efeméride con apoteósica magnificencia, del más grande de los libertadores latinoamericanos de todos los tiempos. Hoy cumple dos siglos y tres décadas de su natalicio. Aunque lo comparen muchas veces como un segundo después de Bolívar, aquellos que hacen tal comparación, quizás la hagan omitiendo la realidad y la falta de enjundia analítica de tal opinión comparativa entre uno y otro, pues, los dos fueron grandes y el uno no opaca los méritos del otro.

San Martín dijo en una ocasión: ‘’Soy un hombre sin prejuicios y no estoy contra nadie que no sea hostil a la causa de la independencia de América’’.

Su objetivo era claro, preciso, diáfano y persistente; la única visión que tenía el apóstol era la libertad de los pueblos de América. Eximirnos del yugo de las potencias extranjeras, para que los hombres de hoy fuésemos libres e independientes de todo dominio extranjero.

La hora crepuscularia a todos nos atañe por igual modo, y su hora… Llegó aquel 17 de agosto de [1850].