El mes de marzo da inicio a la primavera, la estación de la belleza y la juventud. Trae como la vorágine del tiempo, hacia mi reminiscencia, aquellos acontecimientos que marcan mis designios, y vuelan hacia las antípodas de aquellas excelsas batallas del 19 y 30 de marzo. Aquellos estandartes que vestían con gallardía la insignia de la gloria y la concordia…, donde sólo se buscaba consolidar lo que se había conseguido con honor, valor y gallardía; ¡nuestra anhelada independencia!
No estaba permitido volver hacia atrás, porque hubiese sido: lúgubre, ignominioso, caliginoso, nefasto e infausto. Hubiese sido como caer dos veces en las fauces de un hambriento león…, pedazos y trozos, es lo que queda después de la famélica acción. Azua de Compostela fue el escenario para la primera contienda bélica, aquel 19 de marzo de [1844], empero, diez días después, el 30 de dicho mes, Santiago de los Caballeros, se vestía de gallardos prohombres que defendían con sus vidas la causa noble de los tres colosos. Estas batallas… sólo fueron el esbozo de lo que luego sería la verdadera consolidación de la independencia, cuando el 24 de enero de [1856], más de once años después, con la batalla de Sabana Larga, nos deshicimos definitivamente de los haitianos en esa heroica batalla.
Marzo, guarda consigo en su baúl de los recuerdos, varias efemérides patrias que con candor y grandilocuencia, muchos, expresan el afecto y ternura por tales remembranzas. Entre esas efemérides, veamos algunas un tanto antiguas como las siguientes: el 12 de marzo de [1494], según padre Las Casas, ‘’Salió de la Isabela con toda su gente “cristiana”, y con algunos indios del pueblo que había junto a la Isabela…’’ Y sigue relatando Fray Bartolomé: “Otro día jueves, 13 de marzo, subido al Puerto de los Hidalgos, vieron la gran vega, [el Valle de la Vega Real], cosa que creo yo y que creo no engañarme, ser una cosa de las más admirables de ser encarecida con todas las alabanzas…’’ [‘’Historia de las Indias’’, Pág. 368, Tomo I, Fondo de Cultura Económica, Segunda Edición, 1965, México 12, D.F.].
He llegado a pensar que los hados, Aquiles, Leonidas, Agamenon y Héctor; estaban en las batallas a favor nuestro, pues, difícil es de entender, cómo los haitianos con 30,000 hombres y nosotros 10,000, con tan insondable desventaja, logramos la victoria en dichas batallas. ¡Machete Carajo! ¡Dios, Patria y Libertad! ¡Que Viva la República Dominicana! Quizás estos gritos y loas, eran los que encendían la adrenalina de los hermanos patriotas, para vencer en las contiendas bélicas.
La cohorte de los haitianos estaba distribuida de la siguiente forma: el general y presidente Herald, contaba con 10,000 hombres, asimismo, el general Souffrant, tenía 10,000 hombres más, y, por último, el general Pierrot, con 10,000 hombres; para una totalidad de 30,000. Las tropas de Souffrant y Herald, se quedan en el sur y las de Pierrot avanzan hacia el Cibao, donde le esperaba el patricio Matías Ramón Mella, y su ínfima, pero gallarda cohorte.
Fernando Tavera, Antonio Diverge, Soñé, Lucas Díaz, Pedro Santana, Juan Esteban Ceara y José del Carmen…, entre otros, son los que en el sur avasallaron de manera contundente las tropas hostiles del enemigo, para que la victoria del belicismo del 19 de marzo, el cetro inmortal, fuese depositado en manos de la dominicanidad. ¡Loor a los de las gestas de marzo!
En Santiago las cosas no le salieron nada bien a Pierrot, pues, también fue derrotados por las lanzas, machetazos y cañonazos, al mando de Matías Mella.
El 9 de marzo de [1844], Herald escribe lo siguiente para la Junta Central Gubernativa:
“Órganos de la voluntad de los pueblos, nosotros no haremos sino repetir, que estamos resueltos a dar al mundo entero el espectáculo de un pueblo que se sacrificará en la defensa de sus derechos y que se reducirá a cenizas y escombros si sus opresores que se vanaglorian de libre y civilizados, nos quisieran imponer condiciones aún más duras que la muerte’’. Valiente y digna vocación de sacrificio que debe servir de ejemplo a las generaciones del presente y del futuro.
El 18 de marzo de [1861] se hizo la Anexión a España, otro acontecimiento de dicho mes.
No estaba permitido volver hacia atrás, porque hubiese sido: lúgubre, ignominioso, caliginoso, nefasto e infausto. Hubiese sido como caer dos veces en las fauces de un hambriento león…, pedazos y trozos, es lo que queda después de la famélica acción. Azua de Compostela fue el escenario para la primera contienda bélica, aquel 19 de marzo de [1844], empero, diez días después, el 30 de dicho mes, Santiago de los Caballeros, se vestía de gallardos prohombres que defendían con sus vidas la causa noble de los tres colosos. Estas batallas… sólo fueron el esbozo de lo que luego sería la verdadera consolidación de la independencia, cuando el 24 de enero de [1856], más de once años después, con la batalla de Sabana Larga, nos deshicimos definitivamente de los haitianos en esa heroica batalla.
Marzo, guarda consigo en su baúl de los recuerdos, varias efemérides patrias que con candor y grandilocuencia, muchos, expresan el afecto y ternura por tales remembranzas. Entre esas efemérides, veamos algunas un tanto antiguas como las siguientes: el 12 de marzo de [1494], según padre Las Casas, ‘’Salió de la Isabela con toda su gente “cristiana”, y con algunos indios del pueblo que había junto a la Isabela…’’ Y sigue relatando Fray Bartolomé: “Otro día jueves, 13 de marzo, subido al Puerto de los Hidalgos, vieron la gran vega, [el Valle de la Vega Real], cosa que creo yo y que creo no engañarme, ser una cosa de las más admirables de ser encarecida con todas las alabanzas…’’ [‘’Historia de las Indias’’, Pág. 368, Tomo I, Fondo de Cultura Económica, Segunda Edición, 1965, México 12, D.F.].
He llegado a pensar que los hados, Aquiles, Leonidas, Agamenon y Héctor; estaban en las batallas a favor nuestro, pues, difícil es de entender, cómo los haitianos con 30,000 hombres y nosotros 10,000, con tan insondable desventaja, logramos la victoria en dichas batallas. ¡Machete Carajo! ¡Dios, Patria y Libertad! ¡Que Viva la República Dominicana! Quizás estos gritos y loas, eran los que encendían la adrenalina de los hermanos patriotas, para vencer en las contiendas bélicas.
La cohorte de los haitianos estaba distribuida de la siguiente forma: el general y presidente Herald, contaba con 10,000 hombres, asimismo, el general Souffrant, tenía 10,000 hombres más, y, por último, el general Pierrot, con 10,000 hombres; para una totalidad de 30,000. Las tropas de Souffrant y Herald, se quedan en el sur y las de Pierrot avanzan hacia el Cibao, donde le esperaba el patricio Matías Ramón Mella, y su ínfima, pero gallarda cohorte.
Fernando Tavera, Antonio Diverge, Soñé, Lucas Díaz, Pedro Santana, Juan Esteban Ceara y José del Carmen…, entre otros, son los que en el sur avasallaron de manera contundente las tropas hostiles del enemigo, para que la victoria del belicismo del 19 de marzo, el cetro inmortal, fuese depositado en manos de la dominicanidad. ¡Loor a los de las gestas de marzo!
En Santiago las cosas no le salieron nada bien a Pierrot, pues, también fue derrotados por las lanzas, machetazos y cañonazos, al mando de Matías Mella.
El 9 de marzo de [1844], Herald escribe lo siguiente para la Junta Central Gubernativa:
“Órganos de la voluntad de los pueblos, nosotros no haremos sino repetir, que estamos resueltos a dar al mundo entero el espectáculo de un pueblo que se sacrificará en la defensa de sus derechos y que se reducirá a cenizas y escombros si sus opresores que se vanaglorian de libre y civilizados, nos quisieran imponer condiciones aún más duras que la muerte’’. Valiente y digna vocación de sacrificio que debe servir de ejemplo a las generaciones del presente y del futuro.
El 18 de marzo de [1861] se hizo la Anexión a España, otro acontecimiento de dicho mes.