martes, 28 de octubre de 2008

La Perfidia de un Trinitario



Cuando se habla de perfidia, de inmediato nos llega a la remembranza el personaje de la Biblia…, Judas Iscariote. Empero, son muchos los que como él y antes que él; han hecho lo mismo y con gran deslealtad causaron daños inconmensurables. No puedo dejar algunos que le han secundado en este ámbito de ‘’las simulaciones de la lucha por la vida’’ como nos dice José Ingenieros. Lo mismo hizo Efialtes con los trescientos espartanos en la guerra de las Termópilas, Tayllerand ha Napoleón Bonaparte, Paris ha Menelao; y, el caso del Tartufo para con Orgón. Sin dejar lo que hizo Santana al patricio Juan Pablo Duarte y Diez.

En una ocasión en la que Jesús se encontraba con sus adláteres, dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudaban de quién hablaba. Uno de los discípulos al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quien era aquél de quien hablaba. Él, entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿Quién es? Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iascariote el hijo se Simón.

El domingo 16 de julio de [1838] en la residencia de la doña Chepita Pérez, madre de Juan Isidro Pérez, uno de los nueve integrantes y fundador de la sociedad secreta La Trinitaria, se fundó dicha sociedad. La misma fue creada por los siguientes: Juan Pablo Duarte, José María Serra; el Ilustre Loco [Juan Isidro Pérez], Benito González, Félix Maria Ruiz, Felipe Alfau, Juan Nepomuceno Ravelo, Pedro Alejandro Pina y Jacinto de la Concha, hermano de Tomás de la Concha, el novio de Rosa Duarte.

En aquella noche de verano, cuando estaban todos allí reunidos, Duarte se dirige a los tertulianos de la siguiente manera: “Amigos míos: unidos aquí con el propósito de ratificar lo que habíamos concebido de conspirar y hacer que el pueblo se subleve contra el gobierno haitiano a fin de constituirnos en Estado libre e independiente con el nombre de República Dominicana, vamos a dejar empeñado nuestro honor y vamos a dejar comprometida nuestras vidas. La situación en la que nos encontremos será muy grave, y tanto más que entrando en este camino, retroceder será imposible. Pero ahora en este momento, hay tiempo de reunir todo tipo de compromiso. Por tanto, si alguno quisiera separarse y abandonar la causa noble de la libertad de nuestra patria querida…’’

Después de pronunciar dichas palabras, en ese momento hubo un silencio tan profundo…, que hasta se podían escuchar los pasos de las hormigas en su danza alineada. De repente… los gritos a viva voz se escuchaban: ¡No! ¡Yo no!, ¡Ni yo!, ni yo tampoco.

Los trinitarios eran reconocidos por un color y un seudónimo: Duarte era Arístides y su color era el azul; González era Leonidas, Ravelo, Temístocles y Alfau Simón.

Aunque Duarte no sabía que el traidor entre los nueve era Felipe Alfau, de manera inconciente le otorgó el nombre de Simón, como Simón Pedro uno de los traidores de Jesús y con el nombre del padre de Judas Iscariote.

Felipe Alfau fue el Joseph Fouché, el Efialtes, el Tartufo, el Judas Iscariote, el que nunca creyó en la causa independentista y quien colaboraba a escondidas con Pedro Santana, el fratricida sureño.

Cuando Pedro Santana asume la presidencia de la Junta Central Gubernativa, el Judas dominicano fue nombrado Comandante de Armas de Santo Domingo. ¡¡Gran decepción para los ocho restantes trinitarios!!

Aquel 27 de febrero de [1844], Alfau se adhiere a los afrancesados que buscaban el protectorado de Francia, pues, el traidor no confiaba en la libertadad de la incipiente nación.