martes, 30 de junio de 2009

La Doctrina Jefferson, Tobar y Estrada







Cuando un gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es para el pueblo el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes.
Marie-Joseph Paul Yves Roch Gilbert du Motier, Marqués de La Fayette
[1757-1834]

El gobierno de facto es aquel que en las antípodas del gobierno de iure, se caracteriza por ser un gobierno ilegítimo obtenido por la fuerza y que no ha sido reconocido formalmente, ya sea por derecho o por organismos correspondientes. El gobierno de iure es aquel que está reconocido formalmente.

En América, varias doctrinas se han practicado con relación al reconocimiento de un gobierno, entre esas doctrinas están algunas que en el Derecho Internacional Público se conocen como: doctrina Jefferson, Tobar y Estrada.

El tercer Presidente de los Estados Unidos, conocido por el nombre de Thomas Jefferson, había creado una doctrina conocida como doctrina Jefferson. Para reconocer un nuevo gobierno, los EE.UU. en tiempos de Jefferson analizaban si este nuevo gobierno era obedecido libremente por la población y si tenía el poder para hacerse respetar y cumplir con sus compromisos internacionales. Cumplidos estos requisitos, el reconocimiento por parte de los EE.UU. operaba de inmediato.

Otra doctrina, pero un tanto más exigente nació del Canciller Carlos Tobar, Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador en [1907]. En dicha doctrina el Canciller planteaba lo siguiente: que los Estados americanos debían abstenerse de reconocer aquellos gobiernos emanados de golpes de Estados [gobiernos de facto]. Esta doctrina, que fue seguida algún tiempo por algunos países latinoamericanos, fue abandonada posteriormente, sin embargo, fue resucitada por el Presidente de Venezuela en su época el Sr. Rómulo Betancourt, quien durante su gobierno estableció el sistema de no reconocimiento a los gobiernos latinoamericanos nacidos de golpes de Estado.

La tercera doctrina de reconocimiento de gobiernos o no, pertenece al Sr. Genaro Estrada, Ministro de Relaciones Exteriores de México, para la Presidencia de Pascual Ortiz Rubio, dicho Canciller había enviado una carta a los demás ministros de Relaciones Exteriores de Latinoamérica, el 27 de septiembre de [1930] en la que decía lo siguiente: cada país es libre de darse el gobierno que desee y México es libre de mantener o retirar sus agentes diplomáticos cuando estime conveniente, pero ello no significa que quite reconocimiento a un gobierno o con el envío de los agentes diplomáticos lo reconozca.

Lo que está pasando en Honduras, con el gobierno de facto incorporado por las Fuerzas Armadas con un capitán que lleva el mando de un timonel usurpado, no es más que la vuelta a las cavernas, de la cual pensaba que habíamos olvidado con donaire en lontananza del pasado.

Aceptar el gobierno de Roberto Micheletti, como presidente de Honduras, después del golpe de Estado a Manuel Zelaya, sería volver al pasado, pues el soberano es el pueblo y no una ínfima minoría que busca quedarse en un poder usurpado por la fuerza y la felonía.


Es plausible y laudable lo que han hecho los países de la región, con no reconocer el gobierno de facto de Honduras, pues, el apoyo que han brindado organismos como la Unión Europea, Organización de las Naciones Unidas, La Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), y la OEA.

Es necesario que quien se encuentra en el ostracismo, Manuel Zelaya Rosales, sea restituido en su gobierno, ya que su mandato termina el [2010]. La Constitución hondureña prohíbe la reelección presidencial, pues ¿por qué la prisa de los advenedizos si le queda tan corto tiempo en el poder?