lunes, 16 de marzo de 2009

Catarsis Anecdótico de Algunas Féminas en el Poder








La fuerza muscular que la naturaleza le otorgó al hombre para su supervivencia, se la regaló a la mujer, pero transformada, así no sería una partición injusta, desigual e indiferente con la mujer. Le hizo el mismo regalo, pero a la mujer la dotó de la fuerza a través de la inteligencia, astucia, sigilo y gallardía.

La mujer ejerce un dominio a veces irrefutable hacia el hombre, pues en muchas ocasiones hombres que fueron muy grandes en la historia, sucumbieron ante las maquinaciones de mujeres que buscaban sus propósitos inescrutables e indescifrables.

Dando un paseo por la historia veamos lo que algunos hombres pasaron en manos de algunas mujeres. Entiendo que no es necesario redactar lo que pasó entre Eva y Adán y la historia de Sansón y Dalila, pues sería nada más que un Perogrullo de mi parte hablar de esas historias.

Los historiadores dividen la historia de Roma en tres partes que son las siguientes: Monarquía, República e Imperio. Es justamente en el Imperio romano que se encuentran algunas mujeres de las que voy ha tratar las siguientes líneas. En la dinastía Julio-Claudiana que inicia con Tiberio y luego cae en las manos de Claudio para desplazarse a las manos de Nerón.

Claudio era una persona de afable aspecto, de modales ridículos y se dejaba gobernar de sus libertos y de las mujeres, en especial de la tercera esposa de nombre Mesalina y luego de Agripina. Mesalina era dada a las ostentaciones, al desenfreno, la lujuria, concupiscencia y la lascivia. Sin embargo, Agripina era dada al poder y a la avaricia sin medidas.

La ninfomanía de Mesalina eran tan ingente que abandonaba con donaire el tálamo nupcial, para visitar de forma furtiva y frecuente una meretriz que vivía en los suburbios de roma, y así, suplantarle en su lugar y recibir allí, todos los que hambrientos de placer, y ha cuyos nihilistas le saciaba sus apetencias carnales, pensando ellos que lo hacían con la meretriz de nombre Lysisca, pues, para no ser reconocida, daba Mesalina el nombre de la meretriz.

Agobiado el emperador Claudio por las afrentas concupiscentes de su esposa Mesalina, trama su aniquilamiento con uno de los que Mesalina llegó a hacerle favores de faldas y de forma inexorable, el verdugo Evodus, solicitándole que enseñara su cuerpo y diciéndole ¡Perra! ¡Meretriz de Suburra! ¡Enseña tu cuerpo antes de morir! Le quitó la vida introduciéndole la espada por su axila izquierda hasta llegar al corazón.

La que sucede en el tálamo es Agripina, no es dada a los placeres, pero tiene una gran debilidad, ¡el poder y la avaricia desenfrenada! El hijo que tenía no era de Claudio, ese hijo de Agripina se llamaba Nerón. Los hijos que había dejado Mesalina eran los que debían suceder en el trono cuando Claudio muriera, pero Agripina quería el poder y lo quería ya, sin demora y sin muchas dificultades. Le pide a Claudio que dejara suceder a su hijo Nerón al trono cuando Claudio muriera. El emperador le dice que sí a la propuesta de Agripina, ella no demora una vez obtuvo la anuencia y prepara el exterminio del rey mandándolo ha envenenar.

Una vez Nerón en el poder, Agripina creía que había llegado su momento, pero Nerón con su locura no quiso que su madre se inmiscuyera mucho en el trono, por lo que mandó a asesinarla en un viaje en un navío con el apoyo de Popea su esposa. Luego también asesina su esposa.

Un poco hacia atrás en la historia, una mujer de nombre Jezabel, pero con las combinaciones de las dos mujeres antes citadas, Mesalina y Agripina, con ansias de poder y también muy devota por el dios Baal al que le mandó hacer un templo en Samaria, era la esposa del rey Acab, hombre pusilánime y más moldeable que el bronce o el cobre, al que ella lo manejaba como títere de teatro. Jezabel era partícipe del yahvismo [culto en contra de Jehová] pues era politeísta y su divinidad era el dios Baal.

Enamorado el Rey Acab de la viña de de Nabot, le propone la compra de la misma, como no consiguió la compra de la viña, se lo cuenta a su mujer y ésta hace que los ancianos lo maten lapidado, una vez muerto Nabot, por las piedras de los inicuos usurpadores, el Rey Acab toma posesión de la viña.

Adolf Hitler, se paró en una ocasión al frente de su mujer Eva Braun, mirándole al rostro le dio una bofetada, pero una bofetada cargada de impotencia, porque le dijo: “Soy fuerte ante todo excepto ante ti.”