miércoles, 31 de octubre de 2007

El existencialismo... Una realidad de vida

Muchos movimientos filosóficos han pasado por el mundo a través de la historia, pero ninguno de ellos ha dibujado con el pincel más fino y delicado, la naturaleza humana, ¡con todo su aspecto inextricable!, como lo hizo el ─existencialismo─ con sus precursores.

El existencialismo es un movimiento filosófico y literario propio de los siglos XIX y XX, pero se pueden encontrar elementos existencialistas en el pensamiento (y vida) de Sócrates, en la Biblia y en la obra de muchos filósofos y escritores anteriores a la edad contemporánea.

No haber nacido vale más que todo. Lo mejor, después de esto, desde que se ha visto la luz, es volver con gran prontitud a la noche de donde se ha salido; porque, desde que la juventud llega con las futilidades insensatas que trae, ¿por qué males lamentables no está alcanzado? Las muertes, las sediciones, las querellas, los combates y la envidia; y, al fin sobreviene la vejez odiosa, sin fuerzas, triste y sin amigos, y que contiene todas las miserias.
Sófocles, obra Edipo en Colono, Pág.193. Antistrofa primera, ObraSelectas, Edimat Libros, Madrid, España.

La vida es que hacer y la verdad de la vida, es decir, la vida auténtica de cada cual consistirá en hacer lo que hay que hacer y el evitar hacer cualquier cosa. Para mí un hombre vale en la media que la serie de sus actos sea necesaria y no caprichosa.
Se nos suele presentar como necesario un repertorio de acciones que ya otros han ejecutado y nos llega aureolado por una u otra consagración. Esto, nos incita a ser infieles con nuestro auténtico quehacer que es siempre irreductible al de los demás. La vida verdadera es inexorablemente invención. Tenemos que inventarnos nuestra propia existencia y, a la vez, este invento no puede ser caprichoso.
Ortega y Gasset, José
El quehacer del hombre

La piedra, la planta, el animal cuando empiezan a ser son ya lo que pueden ser y, por tanto, lo que van a ser. El hombre, en cambio, cuando empieza a existir no trae prefijado o impuesto lo que va a ser dentro de un amplio horizonte de posibilidades. Le es dado el poder de elegir, pero no le es dado el poder de no elegir. Quiera o no, está comprometido a resolverse a hacer esto o aquello, a poner la vida en algo determinado. De donde resulta que esa libertad para elegir, que es su privilegio en el universo de los seres, tiene a le vez el carácter de condenación y trágico destino, pues, al estar condenado a tener que elegir su propio ser está también condenado a hacerse responsable de ese su propio ser, responsable, por tanto, ante sí mismo, cosa que no acontece con la piedra, la planta y el animal.
Ortega y Gasset, José
El hombre, la piedra, la planta y el animal

Sin efecto la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar el hombre por referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, no encontramos frente a nosotros valores u ordenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado porque no se ha creado a sí mismo, y, sin embargo por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.
Sartre, Jean Paul
El existencialismo es un humanismo

Sartre, que utilizó el término existencialismo para definir y calificar su propia filosofía, se convirtió en el gran difusor del movimiento a escala internacional una vez finalizada la II Guerra Mundial. El pensamiento de Sartre, impregnado de ateísmo y pesimismo de una forma explícita, argumentaba que los seres humanos necesitan una base racional para sus vidas, pero son incapaces de conseguirla y, por ello, su existencia es “pasión inútil”. No obstante, insistió en que el existencialismo es una forma de humanismo y resaltó la libertad, la elección y la responsabilidad humana. Con gran refinamiento literario, intentó reconciliar esos conceptos existencialistas con un análisis marxista de la sociedad y de la historia. Sartre fue autor de otra de las obras claves en la historia del existencialismo, El ser y la nada (1943).

Tal vez el tema más destacado en la filosofía existencialista es el de la elección. La primera característica del ser humano, según la mayoría de los existencialistas, es la libertad para elegir. Mantienen que los seres humanos no tienen una naturaleza inmutable, o esencia, como tienen otros animales o plantas; cada ser humano hace elecciones que conforman su propia naturaleza. Según la formulación del filósofo francés Jean-Paul Sartre, la existencia precede a la esencia. La elección es, por lo tanto, fundamental en la existencia humana y es ineludible; incluso la negativa a elegir implica ya una elección. La libertad de elección conlleva compromiso y responsabilidad. Los existencialistas han expuesto que, como los individuos son libres de escoger su propio camino, tienen que aceptar el riesgo y la responsabilidad de seguir su compromiso dondequiera que éste les lleve.

Kierkegaard mantenía que es crucial para el espíritu reconocer que uno tiene miedo no sólo de objetos específicos sino también un sentimiento de aprehensión general, que llamó “temor”. Lo interpretó como la forma que tenía Dios de pedir a cada individuo un compromiso para adoptar un tipo de vida personal válido. El concepto de angustia posee un papel decisivo y similar en las obras del filósofo alemán Martin Heidegger; la angustia lleva a la confrontación del individuo con la nada y con la imposibilidad de encontrar una justificación última para la elección que la persona tiene que hacer. En la filosofía de Sartre, la palabra “náusea” se utiliza para el reconocimiento que realiza el individuo de la contingencia del Universo, y el término “angustia” para el reconocimiento de la libertad total de elección a la que hace frente el hombre en cada momento

Nietzsche, que no conocía el trabajo de Kierkegaard, transformó el pensamiento existencialista posterior a través de su crítica de las tradicionales suposiciones metafísicas y morales, y su adopción del pesimismo trágico y de la voluntad individual afirmadora de la vida que la opone a la conformidad moral de la mayoría. En oposición a Kierkegaard, cuyo ataque a la moral convencional le llevó a defender un cristianismo radical e independiente, Nietzsche afirmó en La gaya ciencia (1882) que “Dios está muerto” y rechazó toda la tradición moral judeocristiana en favor de los heroicos ideales paganos.

Heidegger, al igual que Pascal y Kierkegaard, reaccionó contra el intento de fundamentar la filosofía sobre una base conclusiva racionalista, en este caso la fenomenología del filósofo alemán Edmund Husserl. Heidegger, autor de una de las obras más representativas del existencialismo, El ser y el tiempo (1927), afirmó que la humanidad se encuentra en un mundo incomprensible e indiferente. Los seres humanos no pueden esperar comprender por qué están aquí; en su lugar, cada individuo ha de elegir una meta y seguirla con apasionada convicción, consciente de la certidumbre de la muerte y del sinsentido último de la vida propia. Heidegger contribuyó al pensamiento existencialista al poner el énfasis en el ser y la ontología tanto como en el lenguaje.

Hasta la próxima…