’Toda vida que alcanza por la fortuna y el esfuerzo algún relieve tiene el deber de transmitir sus reflexiones y sus recuerdos’’.
Niceto Alcalá-Zamora
Nunca el otoño había sido tan tenebroso y gris, como en aquel agosto de [1937] en la zona limítrofe de la media isla. Justamente en Dajabón, fungió como juez, Freddy Prestol Castillo, quien con su insigne e inmaculada pluma, nos narra los hechos espeluznantes del genocidio atroz; que autorizó el sátrapa Rafael Leonidas Trujillo Molina. Prestol Castillo, nos hace dar un paseo con su novela ‘’El Masacre se Pasa a Pie’’, por las antípodas de la crueldad, la locura y la enfermedad Calígula-Neromaníaca del tirano Trujillo.
En el siguiente fragmento, veamos lo que nos escribe Prestol Castillo en su paradigmática novela: ─Saigentoooo! … saigento Pío…─¡Presente, mi capitán! El capitán hablaba tambaleándose, ebrio. Dentro de la embriaguez hacía un esfuerzo y entre la tiniebla de su mente aparecía una luz roja, como de sol sangriento. Haciendo esfuerzo contestó el saludo y dijo al sargento:─Acabo de recibí unaj óidene seriaj. El Gobierno ordena el degüello de cuanto ‘’mañeses’’ jallemo. No repete edá ni pinta. Quémelo jata vivo. ¡Ey!... ¡Saigento... ta jablando el capitán Ventarrón! ¡Un trago! ... y cuanto ron jalle, ¡tráigalo! ¡Ya uté sabe! ¡Teimine en la candela!
Prestol Castillo, Freddy; El Masacre se Pasa a Pie, Pág. 23, Primera Edición 1973, Editora Taller, Sto. Dgo, R.D.
Muchos historiadores han maquillado los datos en toda su dimensión, pues, se hacen muy conservadores, dando cifras que no se corresponden con el holocausto. ¿Por qué la ambigüedad? Muchos hablan de cuatro a cinco mil haitianos muertos en el ‘’corte,’’ como se le denominó el genocidio de lesa humanidad. Sin embargo, otros como el Dr. Joaquín Balaguer, se comporta más liberal y nos dice lo siguiente: en el año de [1937], se hallaba el presidente Rafael L. Trujillo, en la población fronteriza de Dajabón rodeado de áulicos y hermosas mujeres. Había ingerido grandes dosis de Carlos I, su coñac favorito. Un alto oficial del ejército se le acercó para informarle que una banda de merodeadores haitianos había penetrado en el territorio nacional, hurtando un gran número de reses y depredando como de costumbre, varias fincas de la región fronteriza. La interrupción irritó a Trujillo. Como Spelli, el personaje de D`Annunzio, manifestó su desagrado con un desplante terrible. El oficial que le anunció la irrupción en el territorio nacional, de los depredadores haitianos, recibió la orden siguiente: ‘’Curse instrucciones para que se proceda desde esta misma noche a exterminar sin contemplaciones a toda persona de nacionalidad haitiana que se halle ilegalmente en el territorio dominicano.’’ Varias horas después se inicio la espantosa carnicería en que perecieron alrededor de 17,000 inmigrantes del pías vecino, entre ellos ancianos, niños y mujeres que huían con sus criaturas en brazos , tratando inútilmente de ponerse a salvo en su país nativo.
Balaguer Ricardo, Joaquín; Memorias de un Cortesano de la ‘’Era de Trujillo,’’ Pág. 63, Decimocuarta Edición, 1 de abril de 1997, Editora Corripio, Sto. Dgo, R.D.
Hay muchos escritores que no dejan de mencionar que esto fue un caso de concepciones nazistas, pero me pregunto: ¿Por qué no lo relaciona con un Diocleciano, Nerón o un Calígula? ¿Por qué la insistencia de hacerlo parecer como un acto nazista? ¿O es que sólo fue Adolfo Hitler el único sanguinario y deseoso de limpieza de su raza? Otros, hablan de racismo, es necesario recordar que Rafael L. Trujillo, descendía de sangre haitiana. Ni el Carlos I, nazismo o racismo; fueron la causa de dicho genocidio, mas, debemos hablar de una egolatría desenfrenada, ab irato y una preparación académica que sólo alcanzaba los primeros niveles de la primaria.
En [1937], los haitianos buscaban la forma de abandonar el territorio dominicano, sin embargo, ahora ellos buscan la forma de no abandonarlo. Una invasión silente cada día se realiza hacia territorio dominicano. En México se denominan ‘’coyotes, ’’ en nuestra media isla se conocen como ‘’pasantes, ’’ los que pasan de forma ilegal los nacionales haitianos hacia nuestro territorio.
En la ley 285-04, sobre migración, sección VII, de los no residentes, promulgada el 15 de agosto de [2004], en su artículo 36, nos dice: son admitidos como No Residentes los extranjeros que califiquen en las categorías siguientes: numeral 6, habitantes fronterizos de las comunidades fronterizas que desarrollan actividades no laborales, dedicados a faenas de pequeño comercio, entendiendo por tales, a los extranjeros que residen en áreas fronterizas limítrofes al territorio nacional y que ingresan al país dentro de un perímetro de la frontera, debidamente autorizado a realizar actividades licitas y productivas, ‘’regresando diariamente’’ a su lugar de residencia.
En el artículo 36, numeral 6, se encuentra el talón de Aquiles de dicha ley, pues, muchos haitianos y [pasantes], lo utilizan para hacer pasar los haitianos de manera ilegal hacia territorio dominicano.
En la Sección II, de la Deportación, Art.- 121 numeral 1, dice: el Director Genera de Migración ordenara la deportación de un extranjero en los siguientes casos: cuando haya ingresado clandestinamente al país y permaneciere en él de forma ilegal.
Aún el masacre se pasa a pie, pues, los haitianos buscan una mejor vida, y entienden que su pedazo de isla no es el mejor lugar para poder soñar con una vida mejor. Se les ve trabajando duro en las construcciones y en las fincas, pero es más penoso, ver algunas haitianas con el vientre cargado por la gestación, niño en brazos y con cuatro y hasta seis niños pidiendo un óbolo en las amargas y vacías calles de nuestro país.
Si nos amparáramos en la facultad que nos concede la ley Sobre Libre Acceso a la Información Pública No. 200-04, del 28 de julio de 2004, y solicitáramos a la Dirección General de Migraciones el número de nacionales haitianos, ¿cree usted que nos darían el dato de la cantidad de haitianos en nuestra media isla? Si algún lector tiene estos datos, le agradecería que me los envíe a mi correo.
Niceto Alcalá-Zamora
Nunca el otoño había sido tan tenebroso y gris, como en aquel agosto de [1937] en la zona limítrofe de la media isla. Justamente en Dajabón, fungió como juez, Freddy Prestol Castillo, quien con su insigne e inmaculada pluma, nos narra los hechos espeluznantes del genocidio atroz; que autorizó el sátrapa Rafael Leonidas Trujillo Molina. Prestol Castillo, nos hace dar un paseo con su novela ‘’El Masacre se Pasa a Pie’’, por las antípodas de la crueldad, la locura y la enfermedad Calígula-Neromaníaca del tirano Trujillo.
En el siguiente fragmento, veamos lo que nos escribe Prestol Castillo en su paradigmática novela: ─Saigentoooo! … saigento Pío…─¡Presente, mi capitán! El capitán hablaba tambaleándose, ebrio. Dentro de la embriaguez hacía un esfuerzo y entre la tiniebla de su mente aparecía una luz roja, como de sol sangriento. Haciendo esfuerzo contestó el saludo y dijo al sargento:─Acabo de recibí unaj óidene seriaj. El Gobierno ordena el degüello de cuanto ‘’mañeses’’ jallemo. No repete edá ni pinta. Quémelo jata vivo. ¡Ey!... ¡Saigento... ta jablando el capitán Ventarrón! ¡Un trago! ... y cuanto ron jalle, ¡tráigalo! ¡Ya uté sabe! ¡Teimine en la candela!
Prestol Castillo, Freddy; El Masacre se Pasa a Pie, Pág. 23, Primera Edición 1973, Editora Taller, Sto. Dgo, R.D.
Muchos historiadores han maquillado los datos en toda su dimensión, pues, se hacen muy conservadores, dando cifras que no se corresponden con el holocausto. ¿Por qué la ambigüedad? Muchos hablan de cuatro a cinco mil haitianos muertos en el ‘’corte,’’ como se le denominó el genocidio de lesa humanidad. Sin embargo, otros como el Dr. Joaquín Balaguer, se comporta más liberal y nos dice lo siguiente: en el año de [1937], se hallaba el presidente Rafael L. Trujillo, en la población fronteriza de Dajabón rodeado de áulicos y hermosas mujeres. Había ingerido grandes dosis de Carlos I, su coñac favorito. Un alto oficial del ejército se le acercó para informarle que una banda de merodeadores haitianos había penetrado en el territorio nacional, hurtando un gran número de reses y depredando como de costumbre, varias fincas de la región fronteriza. La interrupción irritó a Trujillo. Como Spelli, el personaje de D`Annunzio, manifestó su desagrado con un desplante terrible. El oficial que le anunció la irrupción en el territorio nacional, de los depredadores haitianos, recibió la orden siguiente: ‘’Curse instrucciones para que se proceda desde esta misma noche a exterminar sin contemplaciones a toda persona de nacionalidad haitiana que se halle ilegalmente en el territorio dominicano.’’ Varias horas después se inicio la espantosa carnicería en que perecieron alrededor de 17,000 inmigrantes del pías vecino, entre ellos ancianos, niños y mujeres que huían con sus criaturas en brazos , tratando inútilmente de ponerse a salvo en su país nativo.
Balaguer Ricardo, Joaquín; Memorias de un Cortesano de la ‘’Era de Trujillo,’’ Pág. 63, Decimocuarta Edición, 1 de abril de 1997, Editora Corripio, Sto. Dgo, R.D.
Hay muchos escritores que no dejan de mencionar que esto fue un caso de concepciones nazistas, pero me pregunto: ¿Por qué no lo relaciona con un Diocleciano, Nerón o un Calígula? ¿Por qué la insistencia de hacerlo parecer como un acto nazista? ¿O es que sólo fue Adolfo Hitler el único sanguinario y deseoso de limpieza de su raza? Otros, hablan de racismo, es necesario recordar que Rafael L. Trujillo, descendía de sangre haitiana. Ni el Carlos I, nazismo o racismo; fueron la causa de dicho genocidio, mas, debemos hablar de una egolatría desenfrenada, ab irato y una preparación académica que sólo alcanzaba los primeros niveles de la primaria.
En [1937], los haitianos buscaban la forma de abandonar el territorio dominicano, sin embargo, ahora ellos buscan la forma de no abandonarlo. Una invasión silente cada día se realiza hacia territorio dominicano. En México se denominan ‘’coyotes, ’’ en nuestra media isla se conocen como ‘’pasantes, ’’ los que pasan de forma ilegal los nacionales haitianos hacia nuestro territorio.
En la ley 285-04, sobre migración, sección VII, de los no residentes, promulgada el 15 de agosto de [2004], en su artículo 36, nos dice: son admitidos como No Residentes los extranjeros que califiquen en las categorías siguientes: numeral 6, habitantes fronterizos de las comunidades fronterizas que desarrollan actividades no laborales, dedicados a faenas de pequeño comercio, entendiendo por tales, a los extranjeros que residen en áreas fronterizas limítrofes al territorio nacional y que ingresan al país dentro de un perímetro de la frontera, debidamente autorizado a realizar actividades licitas y productivas, ‘’regresando diariamente’’ a su lugar de residencia.
En el artículo 36, numeral 6, se encuentra el talón de Aquiles de dicha ley, pues, muchos haitianos y [pasantes], lo utilizan para hacer pasar los haitianos de manera ilegal hacia territorio dominicano.
En la Sección II, de la Deportación, Art.- 121 numeral 1, dice: el Director Genera de Migración ordenara la deportación de un extranjero en los siguientes casos: cuando haya ingresado clandestinamente al país y permaneciere en él de forma ilegal.
Aún el masacre se pasa a pie, pues, los haitianos buscan una mejor vida, y entienden que su pedazo de isla no es el mejor lugar para poder soñar con una vida mejor. Se les ve trabajando duro en las construcciones y en las fincas, pero es más penoso, ver algunas haitianas con el vientre cargado por la gestación, niño en brazos y con cuatro y hasta seis niños pidiendo un óbolo en las amargas y vacías calles de nuestro país.
Si nos amparáramos en la facultad que nos concede la ley Sobre Libre Acceso a la Información Pública No. 200-04, del 28 de julio de 2004, y solicitáramos a la Dirección General de Migraciones el número de nacionales haitianos, ¿cree usted que nos darían el dato de la cantidad de haitianos en nuestra media isla? Si algún lector tiene estos datos, le agradecería que me los envíe a mi correo.