Argentina, ha sido madre de grandes personajes que han descollado a través de sus magnánimos actos, y, han legado a la humanidad sus eximios aportes; para a posteriori, ser recordados con vehemencia y excelsitud por todos los pueblos y ciudadanos del orbe. Nos ha dado literatos como José Hernández, con su Martín Fierro, donde nos narra las semblanzas de los gauchos en la Pampa. También, tuvo revolucionario como Ernesto Che Guevara. Cantante como el casi extinto Leonardo Favio. Pero el más grande de sus hijos… Es el insigne, apóstol y emancipador José de San Martín.
Cronológicamente cuando desaparecía físicamente uno de los más grandes de la ilustración francesa, Jean Jacques Rousseau, en [1778] el año que éste dejaba el mundo de los mortales; como el indómito Iguazú, se levantaba un grande entre los grandes, José San Martín, nació en el poblado de Yapeyú, aquel 25 de febrero del citado año.
Con espada en manos y encima de su corcel, logró en la batalla de San Lorenzo, la emancipación de Argentina; con la batalla de Chacabuco y Maipú, la independencia de Chile y sin lanzar un sólo tiro, consiguió la independencia del Perú el 28 de julio de [1821], cronológica al año de nuestra independencia efímera de José Núñez de Cáceres.
Después de la emancipación de estos pueblos, escribió un manifiesto al pueblo peruano, donde demuestra su grandeza, en el que expresaba que después de alcanzada la independencia de de Chile y el Perú, se consideraba recompensado de diez años de guerras y penalidades, y no deseaba ejercer cargos públicos, declarando: ‘’Mis promesas para con los pueblos en que he hecho las guerras, están cumplidas: hacer sus independencias y dejar a su voluntad la elección de sus gobiernos’’.
José de San Martín se dio un auto ostracismo hacia Europa, consigo se llevó a su única hija Mercedes, y mientras estuvo allí, lamentablemente no pudo ver el in extremis o el último crepúsculo de la desaparición física de su madre y su esposa, empero, en un viaje que realizó en [1824] a Argentina, quiso que se hiciera el siguiente epitafio sobre la tumba de su amada, que dice: ‘’Aquí yace Remedio Escalada, esposa y amiga del general San Martín’’.
Argentina, Chile y el Perú, realizarán la efeméride con apoteósica magnificencia, del más grande de los libertadores latinoamericanos de todos los tiempos. Hoy cumple dos siglos y tres décadas de su natalicio. Aunque lo comparen muchas veces como un segundo después de Bolívar, aquellos que hacen tal comparación, quizás la hagan omitiendo la realidad y la falta de enjundia analítica de tal opinión comparativa entre uno y otro, pues, los dos fueron grandes y el uno no opaca los méritos del otro.
San Martín dijo en una ocasión: ‘’Soy un hombre sin prejuicios y no estoy contra nadie que no sea hostil a la causa de la independencia de América’’.
Su objetivo era claro, preciso, diáfano y persistente; la única visión que tenía el apóstol era la libertad de los pueblos de América. Eximirnos del yugo de las potencias extranjeras, para que los hombres de hoy fuésemos libres e independientes de todo dominio extranjero.
La hora crepuscularia a todos nos atañe por igual modo, y su hora… Llegó aquel 17 de agosto de [1850].
Con espada en manos y encima de su corcel, logró en la batalla de San Lorenzo, la emancipación de Argentina; con la batalla de Chacabuco y Maipú, la independencia de Chile y sin lanzar un sólo tiro, consiguió la independencia del Perú el 28 de julio de [1821], cronológica al año de nuestra independencia efímera de José Núñez de Cáceres.
Después de la emancipación de estos pueblos, escribió un manifiesto al pueblo peruano, donde demuestra su grandeza, en el que expresaba que después de alcanzada la independencia de de Chile y el Perú, se consideraba recompensado de diez años de guerras y penalidades, y no deseaba ejercer cargos públicos, declarando: ‘’Mis promesas para con los pueblos en que he hecho las guerras, están cumplidas: hacer sus independencias y dejar a su voluntad la elección de sus gobiernos’’.
José de San Martín se dio un auto ostracismo hacia Europa, consigo se llevó a su única hija Mercedes, y mientras estuvo allí, lamentablemente no pudo ver el in extremis o el último crepúsculo de la desaparición física de su madre y su esposa, empero, en un viaje que realizó en [1824] a Argentina, quiso que se hiciera el siguiente epitafio sobre la tumba de su amada, que dice: ‘’Aquí yace Remedio Escalada, esposa y amiga del general San Martín’’.
Argentina, Chile y el Perú, realizarán la efeméride con apoteósica magnificencia, del más grande de los libertadores latinoamericanos de todos los tiempos. Hoy cumple dos siglos y tres décadas de su natalicio. Aunque lo comparen muchas veces como un segundo después de Bolívar, aquellos que hacen tal comparación, quizás la hagan omitiendo la realidad y la falta de enjundia analítica de tal opinión comparativa entre uno y otro, pues, los dos fueron grandes y el uno no opaca los méritos del otro.
San Martín dijo en una ocasión: ‘’Soy un hombre sin prejuicios y no estoy contra nadie que no sea hostil a la causa de la independencia de América’’.
Su objetivo era claro, preciso, diáfano y persistente; la única visión que tenía el apóstol era la libertad de los pueblos de América. Eximirnos del yugo de las potencias extranjeras, para que los hombres de hoy fuésemos libres e independientes de todo dominio extranjero.
La hora crepuscularia a todos nos atañe por igual modo, y su hora… Llegó aquel 17 de agosto de [1850].
1 comentario:
Muy buen artículo, gracias por esos datos...
Pienso que las comparaciones de los líderes son vacías, porque cada quien desempeñaba su papel en el rol existencial y en el espacio territorial que fue debidamente colocado.
Todos lucharon por causas justas, injusticias y opresiones de pueblos.
Att. Nehemías...
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